Un film cuya belleza radica en poner en profunda crisis la cuestión del tiempo...
BEFORE THE RAIN
Si hemos de considerar que hay en el film, en todo film, un
sentido fundante del mismo, en Before the
Rain, éste ya se explicita en su propio título. Algo del orden del tiempo
será puesto de manifiesto en la obra. Antes de la lluvia remite a un punto en
el tiempo, preciso, el momento de la lluvia, y en otro tiempo del que vale
preguntarse: antes. Qué sucede antes de la lluvia, por qué hacer mención a una
temporalidad determinada, y cuál es la afortunada respuesta.
Intentaremos abordar algún proceso significante al interior del
propio film, e intentar una menuda respuesta que, paradójicamente, implica un
esfuerzo aún más que arduo, a riesgo de solamente fallar.
Me duele la sangre de
esperar
1. Me ubico acá
Del otro lado del Océano, no puedo menos que deshabitarme de una
mirada, de una subjetividad que me es ajena: estaremos hablando de un film de
origen macedonio, debo comprender las limitaciones que tendré a la hora de interpretar. El intento es no
exceder ese límite, como elección conciente. Es decir, el intento de asir un
sentido válido y posible para uno, otra interpretante limitado de la obra, que
tal vez pueda ser compartido con otros.
2. ¿Qué hay antes de la
lluvia?
Pretender, a modo de simulacro, la circularidad narrativa de la
obra no es erróneo, en una primer ligera mirada. Una admirable circularidad nos
afecta, esa disposición de comenzar y terminar con un mismo hecho es explícita,
y contiene en sí todo un sentido, todavía inabarcable. Esta escogencia dadora
de sentido debe tenerse en cuenta luego. El film debe ser circular, para poder
no serlo. Enorme paradoja, insoportablemente bella.
Tres historias nos son contadas. Un cuento en tres partes.
Londres, un pueblo en Macedonia, y un Monasterio en el mismo lugar. Palabras,
Rostros, Fotografías. Uno diría que de esto se trata… Pero el tiempo…
Restituiremos el orden cronológico lineal de esta historia única,
no sin antes dejar saber que hay otra temporalidad puesta en juego que tiene
como finalidad la puesta en crisis de dicha temporalidad, para el espectador
real. Y es que el círculo no es redondo, y el tiempo no muere. Tres veces esto
es dicho.
La redondez, la circularidad se cierra. El film se cierra como
conteniendo en si las tres historias que se tocan profundamente. Parece un
cerramiento perfecto y limitado, en la que un punto cualquiera del círculo es
él mismo y cualquiera a la vez.
Pero no. En el interior del círculo, la circularidad es
quebrantada y se convierte en una espiral infinita en la que un punto se repite
quizá hasta el infinito, si es que podemos pensarlo, o al menos pobremente
intuirlo. No hay cerramiento posible, algo queda abierto para siempre, sin
respuesta, en situación de eminente crisis. Entonces, los tiempos se tocan, se
atraviesan, se confunden, se delimitan y des-limitan, se repiten, se pierden,
quizá en la espiral infinita de los tiempos, cómo saberlo. No hay clausura, cómo
ubicar cada cosa en su propia temporalidad…
Terminamos de ver por primera vez el film y una molestia nos
acecha. Algo no ha estado bien, que es como decir, algo ha estado fuera de su
lugar (tiempo). Esa circularidad resulta sospechosa, es preciso volver al film,
verlo nuevamente, buscar signos para poder resignificar, hallar la molestia,
comprenderla, o, en el mejor de los casos, sólo hallarla.
3. La simple y doliente
historia
Alexander Kirkov es fotógrafo de la agencia donde trabaja Ann, en
Inglaterra. El viene de Macedonia, por un día, a Londres. Ann llora mientras se
baña, y ya en la agencia, en su trabajo, de escoger fotos (de Madonna) tras el
sonido de las noticias de la radio, suena el teléfono, y su medico le confirma
el embarazo. Luego, se la ve vomitando.
Esa noche cenará con su marido, de quien está algo distanciada, y le dará la
noticia, pero por la tarde ella se ha visto con Alexander, su amante, que le
pide que vaya con él a Macedonia, y le confiesa que el mato con su cámara, y le
dice que hay que comprometerse. Le deja un sobre con fotos y esa noche se va.
Ann cena con su marido, y son víctimas de un atentado, en el cual su marido
muere.
Ann ve las tremendas fotos que le diera Alex, por las cuales se
comprende por qué él ha dicho que mató. Mientras, Alex llega a Macedonia, a su
pueblo, a casa de su primo. Allí están los hombres de Mitre, su antiguo amor
Anne con su hija Zamira y su abuelo, con quien
mantiene una charla en la que se asoma Zamira. El sueña con Anne, y echa
a los niños que lo persiguen por su cámara. Una muerte acontece, la de su
primo, en manos de Zamira y sus compañeros, desatando la furia de los Mitre y
del propio abuelo de Zamira, y la toman de rehén; Anne le pide a Alexander que
la salve. El lo hace, pero eso le cuesta la vida: sus propios hombres lo matan,
justo antes de que las gruesas gotas de lluvia caigan sobre su cuerpo muerto y
sobre los tomates del Monasterio de Macedonia, donde Kril, un joven monje,
mantiene sus votos de silencio.
Zamira huye luego del asesinato, ocultándose en el Monasterio, en
la habitación de Kiril, que la descubre y la esconde de todos. Los entierros de
Alex y su primo tienen como espectadores a los Mitre y sus armas, y a Ann,
venida de Inglaterra, que no puede creer lo que ve: a esos niños con cámaras,
que atestiguan la violencia y la muerte. A lo lejos, Kiril baja presuroso a la
iglesia del Monasterio, donde los Mitre se hacen presentes y se quedan. Los
otros religiosos descubren que Kiril esconde a la joven y le piden que se vaya.
Kiril se va con Zamira en la oscuridad de la noche, y rompe sus votos de
silencio, argumentando que podrían ir a Inglaterra donde está su famoso tío
fotógrafo, pero su abuelo la encuentra y permite que en su huida, la maten;
alguien (¿los niños?) toman fotos de la joven muerta y de Kiril sentado a su
lado.
Ann, en Inglaterra, está mirando fotos. Tras la noticia de la
radio, ya oída antes, suena el teléfono.
Una voz aguda, parecida a la de Kirirl, pregunta por Alexander, ella le informa
que está en Macedonia. Presuponemos que ella luego llama a Macedonia peguntando
por él, pero la llamada es trunca. Seguidamente, vemos que Ann está viendo las
fotos de Kiril y de Zamira muerta,
Así, intentamos hacer un análisis de la temporalidad compleja del
film, que deja espacias en blanco y nos pone en situación de crisis.
4. ¿Qué hay, entonces,
antes de la lluvia?
Gruesas gotas de una lluvia anunciada a lo lejos, caen sobre unos
rojos tomates que Kiril, en sus votos de silencio, está cuidando. “El circulo
no es redondo y le tiempo nunca muere” profiere detrás el sacerdote del
monasterio en Macedonia. Palabras que veremos luego escritas en una pared a
modo de graffiti, cuando Alexander está por partir de Inglaterra a su patria
natal.
Parece que antes de la lluvia hay muerte. Hay guerra, hay dolor.
Pero parece esto cancelado por una narración que es simuladamente circular, y
que por ello me permite ver a un Alexander que estado vivo, ya ha muerto.
Pero antes de la lluvia hay algo insignificable, inubicable, un
tiempo perdido sin restituir, sin cerrar sin cancelar, porque el círculo no
cierra y el tiempo nunca muere.
Hay un llamado telefónico que nos desconcierta si hemos de tratar
de ubicarlo.
En la segunda secuencia de Ann es su trabajo, que efectivamente es
segunda en la restitución total de saber que hay tres secuencias, ella recibe
un llamado que pregunta por Alexander, y ella refiere que está en Macedonia.
Pregunta quién lo llama, pero del otro lado han cortado, lo cual la deja
dudosa. Es muy probable que el episodio fotos ella llame a Alexander en una
llamada infructuosa, como vemos.
Algo se repite de manera molesta: la alocución en la radio.
Primera secuencia de Ann, ella mira fotos de Madonna, suena el
teléfono, y en un segundo plano sonoro la radio anuncia luego de varias
noticias, que “… una bomba explotó en un
negocio en calle Oxford…”, ella atiende y es su médico que le informa su
estado. En esta segunda secuencia, suena el teléfono, y la misma alocución
radial se repite. La pregunta es: ¿a qué tiempo pertenece esta noticia?
Imposible contestar, a ambos…
El origen de la llamada es atribuido a Kiril, pero en este tiempo,
él está en votos de silencio. Veamos: Zamira ha matado al primo de Alexander,
éste la ayuda a huir y su propia familia lo mata, con Mitre a la cabeza, Zamira
huye al monasterio, en el funeral, ha pasado algún tiempo, Zamira se halla en
oculta en la habitación de Kiril, Ann ve a los niños en el funeral, vuelve a
Inglaterra con las fotos de la muerte de Zamira, ¿cuándo es posible que Kiril
hiciese ese llamado? Es cierto que cuando huye con Zamira él habla, y menciona
a su tío fotógrafo (ya enterrado), en la explícita intencionalidad de que todos
pensemos en Alexander, pero cuando el llamado se produce, es imposible que sea
él ¿Por qué este juego absurdo de violentar la lógica temporal?
Entonces el film me interpela, me ubica en el centro del vórtice,
en plena crisis de la no respuesta que ensayo equívoca una y otra vez.
Crisis de la temporalidad, del tiempo que nunca muere.
5. Un entierro
Hay un entierro.
No. Hay dos. En el cuento Palabras, la historia de Kiril sufre un
corte, estamos en un funeral; cuando la secuencia finalice, veremos a lo lejos
a Kiril correr al Monasterio sabiendo que los hombres de Mitre buscan a su
protegida.
El encuadre, en cámara picada, apenas permite ver que hay dos
tumbas cavadas. Eso no es fortuito. Los enterrados son dos, Alexander y su
primo. La cámara baja registra el féretro. En travelling lo recorre. Gente y
estandartes, Mitre y sus armas, llantos… El cura bendice el cuerpo, esta acción
se muestra como siendo una, fragmentada en dos partes, no advertimos que
bendice dos cuerpos. El travelling en raccord unifica los cuerpos muertos. E
impide identificar los rostros, levemente símiles. Además, no conocemos a Alexander,
para cuando lo veamos, estará vivo, y habremos olvidado esta secuencia; la
representación juega con nuestros saberes. Ahora, sólo sabemos que hay un
funeral.
Pero son dos muertes, dos entierros juntos. Donde tendimos a ver
uno solo, intencionadamente en la mostración.
Volvamos a la bendición del vino derramado, la acción cortada está
en continuidad y es percibida como única. Pero tal unicidad es inexistente.
6. Ella
No sabemos quién es esa mujer, solitaria, de lejos, mirando el
funeral. Tal vez luego la recordemos, tal vez no, su vestimenta es distinta, su
peinado. Ella no puede creer lo que ve, los niños de la guerra fotografían la
muerte. Ella es Ann, antes y luego, en Londres, ha asistido al entierro de su
amante, Alexander. Sabemos que hay que comprometerse, entonces, entre las fotos
de Madonna, las fotos de las víctimas, de los muertos, de la guerra sin
sentido, del dolor. Serán las fotos de una Zamira muerta, algo que nos
preguntamos cunado ella ya está en su trabajo, quién o cómo tiene las fotos de
Zamira muerta, siendo que esta muere luego de la muerte de Alexander, ese es el
orden. No hay respuesta, tal vez no sea necesaria, una vez pensamos que son las
fotos que el mismo Alexander le entregara, pero no es posible, entonces, un
tiempo elidido se hace represente y se pone en crisis, porque la negación de
ese tiempo no ha sido narrativamente mostrada. Si hay tiempo elidido, este no
se cuenta como tal, lo que provoca la crisis.
Lo importante es que hay un antes y un después al punto temporal del
entierro del fotógrafo, en que Ann marca esa diferenciación, hace posible que
intentemos al menos restituir un orden en el simulacro de la circularidad.
7. Hay fotos
Entonces es preciso deslindar. Es casi urgente.
Las dos secuencias de Ann en su trabajo son arduas. El descanso
intermedio, es decir, su encuentro con Alexander y la cena trágica con su
esposo, parecen aliviar la crisis que tan fuertemente nos atraviesa en el
avistaje de las fotos, que tanto confunden la temporalidad de las mismas.
Comencemos. Ella llora. Imposible saber en qué tiempo, y por ende,
imposible saber por qué. ¿Por la muerte horrenda de su esposo en el atentado?
¿Por su amante muerto tontamente en Macedonia? ¿Por su indeseado embarazo?
Imposible saber, pero ella llora. El orden del dolor es puesto de manifiesto.
Cualquiera sea la razón tiene razones para hacerlo.
Falso raccord. Que fragmenta el tiempo, increíblemente. Unas 39 tomas permiten dilucidar al menos dos
(no podemos dilucidar silos cuatro totales) tiempos distintos montados en este
falso raccord de vestuario, lugar y movimiento, que anulan la posibilidad de
leer, justamente, los tres tiempos.
Tomamos como 1er tiempo el correspondiente a las fotos de Madonna,
un tiempo previo a toda tragedia, a toda muerte. A todo comprometerse. Esas 39
tomas, y las tomas de la llegada de Ann a su estudio comprueban el falso
raccord. Un recurso ya utilizado.
2do tiempo: las fotos del sufrimiento, del dolor, tal vez las que
Alexander, antes de partir, le diera a Ann en un sobre, con la idea de que hay
que tomar partido.
Estos dos tiempos pertenecen a la primera secuencia. Luego Ann se
encuentra efectivamente con Alexander.
3er tiempo: las fotos de Zamira y Kiril, una vez que ella vuelve
de Macedonia y Alexander ya ha muerto. ¿Qué unifica estas dos secuencias? El
lugar, la continuidad lumínica, su vestuario, y un lazo extraño sonoro, en la
radio y el teléfono que suena.
Es probable que esta segunda secuencia a su vez esté fragmentada
en dos tiempos: el del llamado recibido, y uno muy posterior, cuando ella
regresa de Macedonia con las fotos de Zamira.
Conclusión
¿Cómo saber?
¿Cómo saber qué hay antes de la lluvia?
Un círculo que no es redondo y un tiempo que no muere.
¿Cómo saber?
Si la temporalidad ha sido puesta en crisis, y no puedo ordenarla,
no puedo tener acceso a lo causal. Me hallo frente a la crisis de las causas y
los efectos. ¿Cómo es lo cíclico? Una espiral en la que los puntos se vuelven a
tocar. Zamira está muerta, a la par que vive, cuando se asoma por la puerta, y
Alexander la puede apenas ver; una luna gigante que se ve aquí y allá… Una
pesadilla que se repite… Puntos que se tocan sin tocarse jamás…
Una espiral infinita, que no llego a pensar…
Puesto que estoy en crisis.