domingo, 23 de junio de 2013

Breve aproximación al sentido en UN JOUR, corto de animación de Marie Paccou, 1998

Un Jour…

Un día…

“Un hombre entró a mi vientre” Ella debió habituarse, no era fácil…

Pero descubre que él era su hombrecito perfecto, comparado con el de su vecina…

Pero
Un día, él se fue, dejándola consternada, vacía, y nunca otro hombre fue perfecto para ella.
He aquí la interpretación literal primera, de ella, debemos asír al menos unas otras.

Voy a pensar en una primera. Estamos, al parecer, en el mundo femenino, la mujer es atravesada por la presencia del hombre, es llenada, a la vez que puede ser vaciada. Este movimiento no parece ser decidido por ella, la mujer, en un lugar de pasividad, acepta, se habitúa, no pregunta, vive, la presencia y la ausencia.
Algo, alguien, otro, ¿Otro? La llena de manera perfecta, ese otro ideal, el compañero al que habituarse y que se habitúa. Y que, parece de modo irremediable, que se va. No hay preguntas en torno al irse, una cierta naturalización del comienzo y el fin, y la presencia de otros.
Es un mundo de mujeres, una vecina a la que le ha tocado “en suerte” un hombre indeseable, sobre el cual pareciera no pesar ninguna queja ni ningún acto de quitárselo de adentro.
Hay una inmovilidad femenina muy inquietante. El sometimiento al vacío, y el llenarse y vaciarse de otros hombres, sobre los cuales no sabemos si ella ha decidido que son demasiado esto o demasiado lo otro. Entonces, ese vacío nunca más lleno por completo, como algo lógico, natural, nadie llena el vacío, ¿quién era él que lo llenaba por completo? El instituye en ella el vacío como tal. ¿Qué sucede, acaso ella tenía ese vacío?   No se habla.

Me alejo de las interpretaciones sexuales, que pueden quedar ancladas al sentido literal.

También parece posible generalizar este vaciamiento a la humanidad toda, puesto que todos nos llenamos de otro y nos vaciamos de él, todos tenemos la sensación de estar completos con otro, y si éste se va, quedarnos vacíos, pero lo cierto es que para sostener esta postura interpretativa como primordial, debemos dejar de lado la aparición de la otra mujer, por un lado, y  la falta de mención que el corto hace a la generalidad del resto de la gente. Este decir en primera persona rige de algún modo sobre su interpretación como la de estar hablando desde una cierta subjetividad femenina, subsumida a la presencia del hombre.



http://youtu.be/KUHwbaV7id4




lunes, 18 de marzo de 2013

BEFORE THE RAIN, MILKO MANCHEVSKY, 1995

Un film cuya belleza radica en poner en profunda crisis la cuestión del tiempo...



BEFORE THE RAIN

Si hemos de considerar que hay en el film, en todo film, un sentido fundante del mismo, en Before the Rain, éste ya se explicita en su propio título. Algo del orden del tiempo será puesto de manifiesto en la obra. Antes de la lluvia remite a un punto en el tiempo, preciso, el momento de la lluvia, y en otro tiempo del que vale preguntarse: antes. Qué sucede antes de la lluvia, por qué hacer mención a una temporalidad determinada, y cuál es la afortunada respuesta.
Intentaremos abordar algún proceso significante al interior del propio film, e intentar una menuda respuesta que, paradójicamente, implica un esfuerzo aún más que arduo, a riesgo de solamente fallar.

Me duele la sangre de esperar

1. Me ubico acá

Del otro lado del Océano, no puedo menos que deshabitarme de una mirada, de una subjetividad que me es ajena: estaremos hablando de un film de origen macedonio, debo comprender las limitaciones que tendré  a la hora de interpretar. El intento es no exceder ese límite, como elección conciente. Es decir, el intento de asir un sentido válido y posible para uno, otra interpretante limitado de la obra, que tal vez pueda ser compartido con otros.

2. ¿Qué hay antes de la lluvia?

Pretender, a modo de simulacro, la circularidad narrativa de la obra no es erróneo, en una primer ligera mirada. Una admirable circularidad nos afecta, esa disposición de comenzar y terminar con un mismo hecho es explícita, y contiene en sí todo un sentido, todavía inabarcable. Esta escogencia dadora de sentido debe tenerse en cuenta luego. El film debe ser circular, para poder no serlo. Enorme paradoja, insoportablemente bella.

Tres historias nos son contadas. Un cuento en tres partes. Londres, un pueblo en Macedonia, y un Monasterio en el mismo lugar. Palabras, Rostros, Fotografías. Uno diría que de esto se trata… Pero el tiempo…
Restituiremos el orden cronológico lineal de esta historia única, no sin antes dejar saber que hay otra temporalidad puesta en juego que tiene como finalidad la puesta en crisis de dicha temporalidad, para el espectador real. Y es que el círculo no es redondo, y el tiempo no muere. Tres veces esto es dicho.
La redondez, la circularidad se cierra. El film se cierra como conteniendo en si las tres historias que se tocan profundamente. Parece un cerramiento perfecto y limitado, en la que un punto cualquiera del círculo es él mismo y cualquiera a la vez.
Pero no. En el interior del círculo, la circularidad es quebrantada y se convierte en una espiral infinita en la que un punto se repite quizá hasta el infinito, si es que podemos pensarlo, o al menos pobremente intuirlo. No hay cerramiento posible, algo queda abierto para siempre, sin respuesta, en situación de eminente crisis. Entonces, los tiempos se tocan, se atraviesan, se confunden, se delimitan y des-limitan, se repiten, se pierden, quizá en la espiral infinita de los tiempos, cómo saberlo. No hay clausura, cómo ubicar cada cosa en su propia temporalidad…

Terminamos de ver por primera vez el film y una molestia nos acecha. Algo no ha estado bien, que es como decir, algo ha estado fuera de su lugar (tiempo). Esa circularidad resulta sospechosa, es preciso volver al film, verlo nuevamente, buscar signos para poder resignificar, hallar la molestia, comprenderla, o, en el mejor de los casos, sólo hallarla.

3. La simple y doliente historia

Alexander Kirkov es fotógrafo de la agencia donde trabaja Ann, en Inglaterra. El viene de Macedonia, por un día, a Londres. Ann llora mientras se baña, y ya en la agencia, en su trabajo, de escoger fotos (de Madonna) tras el sonido de las noticias de la radio, suena el teléfono, y su medico le confirma el embarazo.  Luego, se la ve vomitando. Esa noche cenará con su marido, de quien está algo distanciada, y le dará la noticia, pero por la tarde ella se ha visto con Alexander, su amante, que le pide que vaya con él a Macedonia, y le confiesa que el mato con su cámara, y le dice que hay que comprometerse. Le deja un sobre con fotos y esa noche se va. Ann cena con su marido, y son víctimas de un atentado, en el cual su marido muere.
Ann ve las tremendas fotos que le diera Alex, por las cuales se comprende por qué él ha dicho que mató. Mientras, Alex llega a Macedonia, a su pueblo, a casa de su primo. Allí están los hombres de Mitre, su antiguo amor Anne con su hija Zamira y su abuelo, con quien  mantiene una charla en la que se asoma Zamira. El sueña con Anne, y echa a los niños que lo persiguen por su cámara. Una muerte acontece, la de su primo, en manos de Zamira y sus compañeros, desatando la furia de los Mitre y del propio abuelo de Zamira, y la toman de rehén; Anne le pide a Alexander que la salve. El lo hace, pero eso le cuesta la vida: sus propios hombres lo matan, justo antes de que las gruesas gotas de lluvia caigan sobre su cuerpo muerto y sobre los tomates del Monasterio de Macedonia, donde Kril, un joven monje, mantiene sus votos de silencio.
Zamira huye luego del asesinato, ocultándose en el Monasterio, en la habitación de Kiril, que la descubre y la esconde de todos. Los entierros de Alex y su primo tienen como espectadores a los Mitre y sus armas, y a Ann, venida de Inglaterra, que no puede creer lo que ve: a esos niños con cámaras, que atestiguan la violencia y la muerte. A lo lejos, Kiril baja presuroso a la iglesia del Monasterio, donde los Mitre se hacen presentes y se quedan. Los otros religiosos descubren que Kiril esconde a la joven y le piden que se vaya. Kiril se va con Zamira en la oscuridad de la noche, y rompe sus votos de silencio, argumentando que podrían ir a Inglaterra donde está su famoso tío fotógrafo, pero su abuelo la encuentra y permite que en su huida, la maten; alguien (¿los niños?) toman fotos de la joven muerta y de Kiril sentado a su lado.
Ann, en Inglaterra, está mirando fotos. Tras la noticia de la radio, ya oída antes,  suena el teléfono. Una voz aguda, parecida a la de Kirirl, pregunta por Alexander, ella le informa que está en Macedonia. Presuponemos que ella luego llama a Macedonia peguntando por él, pero la llamada es trunca. Seguidamente, vemos que Ann está viendo las fotos de Kiril y de Zamira muerta,

Así, intentamos hacer un análisis de la temporalidad compleja del film, que deja espacias en blanco y nos pone en situación de crisis.





4. ¿Qué hay, entonces, antes de la lluvia?

Gruesas gotas de una lluvia anunciada a lo lejos, caen sobre unos rojos tomates que Kiril, en sus votos de silencio, está cuidando. “El circulo no es redondo y le tiempo nunca muere” profiere detrás el sacerdote del monasterio en Macedonia. Palabras que veremos luego escritas en una pared a modo de graffiti, cuando Alexander está por partir de Inglaterra a su patria natal.
Parece que antes de la lluvia hay muerte. Hay guerra, hay dolor. Pero parece esto cancelado por una narración que es simuladamente circular, y que por ello me permite ver a un Alexander que estado vivo, ya ha muerto.
Pero antes de la lluvia hay algo insignificable, inubicable, un tiempo perdido sin restituir, sin cerrar sin cancelar, porque el círculo no cierra y el tiempo nunca muere.

Hay un llamado telefónico que nos desconcierta si hemos de tratar de ubicarlo.
En la segunda secuencia de Ann es su trabajo, que efectivamente es segunda en la restitución total de saber que hay tres secuencias, ella recibe un llamado que pregunta por Alexander, y ella refiere que está en Macedonia. Pregunta quién lo llama, pero del otro lado han cortado, lo cual la deja dudosa. Es muy probable que el episodio fotos ella llame a Alexander en una llamada infructuosa, como vemos.

Algo se repite de manera molesta: la alocución en la radio.

Primera secuencia de Ann, ella mira fotos de Madonna, suena el teléfono, y en un segundo plano sonoro la radio anuncia luego de varias noticias, que “… una bomba explotó en un negocio en calle Oxford…”, ella atiende y es su médico que le informa su estado. En esta segunda secuencia, suena el teléfono, y la misma alocución radial se repite. La pregunta es: ¿a qué tiempo pertenece esta noticia? Imposible contestar, a ambos…
El origen de la llamada es atribuido a Kiril, pero en este tiempo, él está en votos de silencio. Veamos: Zamira ha matado al primo de Alexander, éste la ayuda a huir y su propia familia lo mata, con Mitre a la cabeza, Zamira huye al monasterio, en el funeral, ha pasado algún tiempo, Zamira se halla en oculta en la habitación de Kiril, Ann ve a los niños en el funeral, vuelve a Inglaterra con las fotos de la muerte de Zamira, ¿cuándo es posible que Kiril hiciese ese llamado? Es cierto que cuando huye con Zamira él habla, y menciona a su tío fotógrafo (ya enterrado), en la explícita intencionalidad de que todos pensemos en Alexander, pero cuando el llamado se produce, es imposible que sea él ¿Por qué este juego absurdo de violentar la lógica temporal?

Entonces el film me interpela, me ubica en el centro del vórtice, en plena crisis de la no respuesta que ensayo equívoca una y otra vez.

Crisis de la temporalidad, del tiempo que nunca muere.


5. Un entierro


Hay un entierro.
No. Hay dos. En el cuento Palabras, la historia de Kiril sufre un corte, estamos en un funeral; cuando la secuencia finalice, veremos a lo lejos a Kiril correr al Monasterio sabiendo que los hombres de Mitre buscan a su protegida.

El encuadre, en cámara picada, apenas permite ver que hay dos tumbas cavadas. Eso no es fortuito. Los enterrados son dos, Alexander y su primo. La cámara baja registra el féretro. En travelling lo recorre. Gente y estandartes, Mitre y sus armas, llantos… El cura bendice el cuerpo, esta acción se muestra como siendo una, fragmentada en dos partes, no advertimos que bendice dos cuerpos. El travelling en raccord unifica los cuerpos muertos. E impide identificar los rostros, levemente símiles. Además, no conocemos a Alexander, para cuando lo veamos, estará vivo, y habremos olvidado esta secuencia; la representación juega con nuestros saberes. Ahora, sólo sabemos que hay un funeral.
Pero son dos muertes, dos entierros juntos. Donde tendimos a ver uno solo, intencionadamente en la mostración.
Volvamos a la bendición del vino derramado, la acción cortada está en continuidad y es percibida como única. Pero tal unicidad es inexistente.

6. Ella

No sabemos quién es esa mujer, solitaria, de lejos, mirando el funeral. Tal vez luego la recordemos, tal vez no, su vestimenta es distinta, su peinado. Ella no puede creer lo que ve, los niños de la guerra fotografían la muerte. Ella es Ann, antes y luego, en Londres, ha asistido al entierro de su amante, Alexander. Sabemos que hay que comprometerse, entonces, entre las fotos de Madonna, las fotos de las víctimas, de los muertos, de la guerra sin sentido, del dolor. Serán las fotos de una Zamira muerta, algo que nos preguntamos cunado ella ya está en su trabajo, quién o cómo tiene las fotos de Zamira muerta, siendo que esta muere luego de la muerte de Alexander, ese es el orden. No hay respuesta, tal vez no sea necesaria, una vez pensamos que son las fotos que el mismo Alexander le entregara, pero no es posible, entonces, un tiempo elidido se hace represente y se pone en crisis, porque la negación de ese tiempo no ha sido narrativamente mostrada. Si hay tiempo elidido, este no se cuenta como tal, lo que provoca la crisis.  
Lo importante es que hay un antes y un después al punto temporal del entierro del fotógrafo, en que Ann marca esa diferenciación, hace posible que intentemos al menos restituir un orden en el simulacro de la circularidad.

7. Hay fotos

Entonces es preciso deslindar. Es casi urgente.
Las dos secuencias de Ann en su trabajo son arduas. El descanso intermedio, es decir, su encuentro con Alexander y la cena trágica con su esposo, parecen aliviar la crisis que tan fuertemente nos atraviesa en el avistaje de las fotos, que tanto confunden la temporalidad de las mismas.
Comencemos. Ella llora. Imposible saber en qué tiempo, y por ende, imposible saber por qué. ¿Por la muerte horrenda de su esposo en el atentado? ¿Por su amante muerto tontamente en Macedonia? ¿Por su indeseado embarazo? Imposible saber, pero ella llora. El orden del dolor es puesto de manifiesto. Cualquiera sea la razón tiene razones para hacerlo.

Falso raccord. Que fragmenta el tiempo, increíblemente.  Unas 39 tomas permiten dilucidar al menos dos (no podemos dilucidar silos cuatro totales) tiempos distintos montados en este falso raccord de vestuario, lugar y movimiento, que anulan la posibilidad de leer, justamente, los tres tiempos.

Tomamos como 1er tiempo el correspondiente a las fotos de Madonna, un tiempo previo a toda tragedia, a toda muerte. A todo comprometerse. Esas 39 tomas, y las tomas de la llegada de Ann a su estudio comprueban el falso raccord. Un recurso ya utilizado.

2do tiempo: las fotos del sufrimiento, del dolor, tal vez las que Alexander, antes de partir, le diera a Ann en un sobre, con la idea de que hay que tomar partido.

Estos dos tiempos pertenecen a la primera secuencia. Luego Ann se encuentra efectivamente con Alexander.

3er tiempo: las fotos de Zamira y Kiril, una vez que ella vuelve de Macedonia y Alexander ya ha muerto. ¿Qué unifica estas dos secuencias? El lugar, la continuidad lumínica, su vestuario, y un lazo extraño sonoro, en la radio y el teléfono que suena.

Es probable que esta segunda secuencia a su vez esté fragmentada en dos tiempos: el del llamado recibido, y uno muy posterior, cuando ella regresa de Macedonia con las fotos de Zamira.


Conclusión 

¿Cómo saber?
¿Cómo saber qué hay antes de la lluvia?
Un círculo que no es redondo y un tiempo que no muere.

¿Cómo saber?
Si la temporalidad ha sido puesta en crisis, y no puedo ordenarla, no puedo tener acceso a lo causal. Me hallo frente a la crisis de las causas y los efectos. ¿Cómo es lo cíclico? Una espiral en la que los puntos se vuelven a tocar. Zamira está muerta, a la par que vive, cuando se asoma por la puerta, y Alexander la puede apenas ver; una luna gigante que se ve aquí y allá… Una pesadilla que se repite… Puntos que se tocan sin tocarse jamás…
Una espiral infinita, que no llego a pensar…
Puesto que estoy en crisis.