Un Jour…
Un día…
“Un hombre entró a mi vientre” Ella debió habituarse, no era
fácil…
Pero descubre que él era su hombrecito perfecto, comparado
con el de su vecina…
Pero
Un día, él se fue, dejándola consternada, vacía, y nunca
otro hombre fue perfecto para ella.
He aquí la interpretación literal primera, de ella, debemos
asír al menos unas otras.
Voy a pensar en una primera. Estamos, al parecer, en el
mundo femenino, la mujer es atravesada por la presencia del hombre, es llenada,
a la vez que puede ser vaciada. Este movimiento no parece ser decidido por
ella, la mujer, en un lugar de pasividad, acepta, se habitúa, no pregunta,
vive, la presencia y la ausencia.
Algo, alguien, otro, ¿Otro? La llena de manera perfecta, ese
otro ideal, el compañero al que habituarse y que se habitúa. Y que, parece de
modo irremediable, que se va. No hay preguntas en torno al irse, una cierta
naturalización del comienzo y el fin, y la presencia de otros.
Es un mundo de mujeres, una vecina a la que le ha tocado “en
suerte” un hombre indeseable, sobre el cual pareciera no pesar ninguna queja ni
ningún acto de quitárselo de adentro.
Hay una inmovilidad femenina muy inquietante. El
sometimiento al vacío, y el llenarse y vaciarse de otros hombres, sobre los
cuales no sabemos si ella ha decidido que son demasiado esto o demasiado lo
otro. Entonces, ese vacío nunca más lleno por completo, como algo lógico,
natural, nadie llena el vacío, ¿quién era él que lo llenaba por completo? El
instituye en ella el vacío como tal. ¿Qué sucede, acaso ella tenía ese vacío? No se habla.
Me alejo de las interpretaciones sexuales, que pueden quedar
ancladas al sentido literal.
También parece posible generalizar este vaciamiento a la
humanidad toda, puesto que todos nos llenamos de otro y nos vaciamos de él,
todos tenemos la sensación de estar completos con otro, y si éste se va,
quedarnos vacíos, pero lo cierto es que para sostener esta postura
interpretativa como primordial, debemos dejar de lado la aparición de la otra
mujer, por un lado, y la falta de
mención que el corto hace a la generalidad del resto de la gente. Este decir en
primera persona rige de algún modo sobre su interpretación como la de estar hablando
desde una cierta subjetividad femenina, subsumida a la presencia del hombre.